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© Fernando Garrido, 4, IV, 2025

A ver si lo entiendo, un gobierno que ha subido 95 impuestos a los españoles, algunos de ellos de nueva e insólita creación, nos dice que los aranceles de Estados Unidos son una amenaza.

A ver en qué y dónde está el truco o el trato por el cual siempre hay un feo, un culpable y un malo, que justifica que la banda del guapo sea el mal menor obligatorio e ineludible para combatir a aquel otro monstruo externo que se azuza como un fantoche de feria, para aterrorizar al personal mientras nos roban la cartera.

Porque aquí esto va de que una hacienda pública, que ingresa ilegítimamente más del doble que hace una década, tiene un déficit triplicado que trascenderá, en el mejor de los casos, varias generaciones, salvo que se viva en la plácida ilegalidad consentida para Cataluña y Vascongadas.

A ver qué me he perdido, porque esto va de que, a pesar de todo ese derroche, hoy vivimos con peor calidad de vida, mayor inseguridad y menor nivel de renta frente al disparatado coste de la vida que llena los bolsillos y cuentas de la banda, puestas patrióticamente a buen recaudo en repúblicas hispanoamericanas.

Esto va de que sufrimos una sanidad, educación y servicios públicos en progresivo deterioro, a la vez que nos aplican más y más ridículas normas, alimentando el vandalismo burocrático para salvar a la humanidad de la bruja del norte.

Otra vez más el cuento de María Sarmiento, con el feo, el culpable y el malo; aquellos a los que combatir con más gasto, más políticos, asesores y funcionarios improductivos, más comisionistas y delincuencia institucional, más ilegales, más hermanos, cuñados, esposas y sobrinas. Ese es su verdadero escudo social: el ciudadano, su rehén y adarga, plagiando las tesis a Hamás y Hezbolá.

A ver si me equivoco cuando haciendo memoria encuentro que en España y Europa los socialismos llevan décadas insultando y afrentando a Norteamérica, a sus símbolos y bandera, pero sin embargo reclaman a ese país soberano respeto hacia lo nuestro, y que siga pagando las rondas porque somos los borrachos más civilizados y simpáticos de la taberna.

A ver, señores y señoras feudales del intervencionismo, dígannos, no engañen, un arancel es similar extorsión, aunque con distinto nombre, que el expolio fiscal salvaje que se practica en Europa, especialmente en España, contra el libre mercado, Wallapop, las rentas del trabajo y de cualquier otro tipo.

A ver si es que esa Europa, con nosotros dentro, secuestrados y a la deriva, que se ha empleado de lleno en destruir la agricultura, la ganadería e industria, la moral, la religión y la cultura, a la vez que derogar la propiedad privada y la libertad de los ciudadanos, para defender al Planeta del feo, del culpable y el malo con espantapájaros y minas verdes antipersonales, se olvidó de proteger a los propios porque para poner la pasta, misiles, cascos y ataúdes ya estaban los americanos.

Ellos votaron a Trump, precisamente para defenderse de esos guapos narcisos e irresistibles.