COMER A LAS CINCO DE LA TARDE

F. Garrido • 17 de junio de 2025

COMER A LAS CINCO DE LA TARDE


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© Fernando Garrido, 17, VI, 2025


¡Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

¡Eran las cinco de la tarde y él no había comido! La declaración, ayer a las cinco de la tarde. Él se proclamaba el más limpio y justo entre los vivos en sede y centro neurálgico de la corrupción política, económica y social. Son las cinco y nos lo tenemos que comer: su proyecto personal de superhéroe contra el mal es lo único que podemos aceptar, so pena de que haya unas elecciones libres donde, según ha dado a entender, no ganará él, sino los malos. Es algo que no se puede permitir, es decir, que el pueblo tome la palabra para darlo un puntapié.

A las cinco de la tarde le repugna amañar las tesis, la financiación, los rescates, las maletas y urnas manipuladas. Le repugna la prevaricación, el cohecho y el lucro sobre fondos públicos, la evasión de capitales hacia la Dominicana, la compra de votos parlamentarios y cualquier otra forma de criminalidad o corrupción. A las cinco de la tarde quedan justificados los delitos por la absoluta prioridad de ese proyecto supremo y progresista al que, aunque tiene algunos defectillos porque nadie es perfecto, él no puede ni va nunca a renunciar, pase lo que pase, sea lo que sea, caiga lo que caiga, a las cinco de la tarde.

Apagones de todo tipo, terror fiscal, carestía de la vida a cambio de putas y cocaína son, a las cinco de la tarde, un mal menor frente a los avances en derechos a aguantarse con todo eso, y si no viene la derecha que el desastre será mucho peor. Porque la democracia no es tal si lo expulsa a él del poder que, habiendo perdido las elecciones con total limpieza en argucias mil y amnistías, ha adquirido sin embargo a título vitalicio el gobierno de España a perpetuidad, porque ningún vencedor, voces críticas ni oposición serán legítimas si no se suman y apoyan al gran proyecto Sánchez. Chimpón…

Son las cinco, no ha comido y no está loco, es lo que se llama comúnmente un espíritu de dictador socialista maquillado con cemento, que nos trae esa prosperidad que, por ser tan bobos, no somos capaces de verla.

Y a las cinco de la tarde, un niño trajo la blanca sábana. Una espuerta de cal ya prevenida, a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte… ¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

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