CRÓNICA DE FATALANDIA:
EN MEMORIA DE JAVI PEDRERO
© Fernando Garrido, 25, VIII, 2022 ˠ
Ya lo dijo una vez -y ciento más- el sabio vasco Jakintsu: “Javi y los de Bilbao nacen dónde les da la gana”.
Y también se sabe que, venir al mundo es firmar un contrato cuya única cláusula obligatoria es la de marcharse cualquier día.
Por eso mismo, para un chicarrón bilbaíno de cuna y castellano viejo por antojo, el nacer o el morir se hace cuando a uno le apetece, sin contar con los demás. Un subirse al eterno Pasagarri, que nos ha dejado larris… Porque tristes y contrariados nos quedamos sin nuestro amigo y compañero Javier Pedrero.
Vizcaíno se nace, pero él pace donde le place. Así fue que Javier se vino, muchos años ha, hasta Burgos a dar sus batallas vitales…
De su profunda preocupación por los males de su patria, militó, en el más pleno sentido de la palabra, del lado del orden, la verdad y la ley; uno de cuyos servicios fue asumir la alcaldía en un lugar de Castilla vaciada.
También fue un activo catalizador y proselitista en Burgos capital a la causa de la ilusión y la esperanza. Pero cuan cobardes, ingratos y miserables fueron con él algunos que nada entienden de compromiso, liderazgo, honor ni dignidad, sino de traición en busca de calculada e inmerecida recompensa; hoy, en nuestro nombre y en el de Javier, les maldigo.
Tras cuatro cortos meses de fatal negociación y tensas deliberaciones, a punto de finalizar un martes 23 de agosto de 2022, Javier dio por resuelto su contrato de ida y vueltas en esta vida; poniéndonos ante la maldita realidad de esa Fatalandia misteriosa y cruel que, para los de Bilbao, no es sino como debe de ser: celebración de la vida con derecho de entrada y finalización; pero si es además celebrado con unas risas y unas copas llenas con caldo castellano de rioja, mucho mejor.
Así sea; y así te recordaremos, juntos, de rondas al atardecer por “el Burgos”, “el Froilán”, “el Gaona”, y sobre todo en “el Victoria” donde todos aún esperaban verte entrar de nuevo para un café, o para el vermut, o con la luna, si se terciaba, también bailar –por qué no- un rockanrol con esos ángeles de barra que, entre auras de globos de vidrio blanco, hoy, como tantos, te echarán de menos ¡Qué tardes y noches las de aquel día! Y tantas otras más mientras Fatalandia dormía.
Pero Fatalandia, ora oriental, ora occidental, despertó tantas veces en los últimos tiempos contra la humanidad que no esperábamos ya más; ni menos esto. Fatalandia despegó su ojo tuerto y, discreto lo miró a él.
Se fue Javier, con gesto alegre y firme el ademán. Se marchó a hacer guardia sobre los luceros, al puesto que ya tiene reservado allí su alma y ser de sincera fe; allá cerca del tetramorfos, con esa águila de San Juan que ondea su bandera en vuelo hacia el sol divino renovando promesas de resurrección.
Mientras, aquí abajo, tal vez un día sonreirá la primavera que en España por cielo, tierra y mar se espera; y tú, desde la gloria, quizás contemplarás que comienza a amanecer; que florecen gualdas, rojas y frescas las rosas en ese haz luminoso de la esperanza nuestra, tuya y eterna.
- SIT TIBI TERRA LEVIS -