LASEXTA Y EL GAMUSINO
© Fernando Garrido. 14, XI, 2023
Sabemos que el "agitprop" es un exitoso instrumento político que la izquierda viene utilizado sistemáticamente desde tiempos de la revolución bolchevique, que no cesa.
El "agitprop", agitación y propaganda, es básicamente la mentira indiscriminada revestida de autoridad o de dogma, que se introduce en la información y productos culturales de consumo a fin de crear un clima y estado de opinión favorable al poder.
Es, valga el símil, como las gotas de sustancia toxica que te ponen disimuladamente en la bebida para después hacer contigo lo que quieran.
Naturalmente el artefacto se ha ido afilando y sofisticando con el correr del tiempo para estropear cerebros en sociedades cada vez más complejas.
En el plano televisivo LASEXTA es el paradigma del último grito - valga la redundancia- en agitprop 2n.0, o crimen mediático organizado.
No es la única, aunque sí la campeona.
Y, tal como sucede en los regímenes liberticidas, sus víctimas pagamos el juicio sumarísimo, al pelotón y la munición con la cual nos fusilan.
Porque todos en este país pagamos obligatoriamente a ese sindicato audiovisual de la patraña.
Ahora toca la condena a las jornadas de protesta de los ciudadanos en defensa de la democracia y contra el golpe gubernamental, para lo cual está la manipulación pretoriana redoblando esfuerzos en informativos, retransmisiones, tertulias y magacines basura, recitando y alimentando como nunca el argumentario de su amo, el HIDEPUTA universal.
Es enternecedor el seguimiento de las protestas populares donde despliegan a sus agentes con alcachofas y objetivos dedicados a prestar oído fino hasta escuchar un tímido “viva Franco” (que si eso ya van y lo hacen ellos mismos), o gastar ojos de águila para avistar a la de San Juan sobre rojo y gualda como un huidizo conejo en el espeso bosque, o con olfato de sabueso oler un pedo monjil con tufo racista, xenófobo o misogino.
Todo un alarde de pericia sensitiva para dar caza al gamusino fascista, que por el contrario jamás les molesta ni buscan cuando se menean trapos republicanos, rojos y estelados, tan comunes en las maniforrokas amigas.
Pero ese gamusino -como el unicornio- resulta ser un ser fantástico difícilmente encontrado, por eso tienen a su disposición grupúsculos de actores violentos, extras al servicio del merodeador de saunas, para reventar a las diez en punto, ante las cámaras, la manifestación, con tal de presentar un fenómeno popular espontaneo y transversal como una suerte de marcha de camisas pardas sobre Roma.
También resulta enternecedor -cuán cobardes plañideras- el victimismo de esos mismos agentes haciendo un relato meta “periodístico” cada vez que los ciudadanos, a quienes ellos mienten e insultan cada día, les hacen frente y les cantan en su facha las verdades de Caronte, ese barquero de punto final en cuyas manos deberá de acabar ese periodismo "agitprop" incompatible con la verdad y la vida saludable en una sociedad abierta y libre.