NARCOESTADO FISCAL
NARCOESTADO FISCAL
Puede escuchar este artículo haciendo clic abajo
© Fernando Garrido, 19, IX, 2025
El negocio del narcotráfico sustenta sus enormes beneficios sobre las prohibiciones, persecución y delitos que pesan sobre las sustancias que comercian. Si no fuese así, un gramo de cocaína pura, por ejemplo, tendría el mismo precio que un azucarillo.
Algo similar sucede con el tabaco. Si no fuese por las cargas impositivas que soporta, saldría a precio de alfalfa. Pero en este caso el camello que se lleva la parte del león es el Estado, que se lucra increíblemente gravando con cerca del 90% el precio final de venta a las labores de tabaco.

Tanta ha sido la escalada fiscal que, por ejemplo, en 1990 el precio medio de una cajetilla (dosis estimada que necesita un fumador para satisfacer diariamente su adicción) se situaba en torno a las cien pesetas (0,60 €), frente a los seis euros que cuesta hoy (mil pesetas). Ello supone un 1.000 % de incremento. Creo que nada en el mercado ha experimentado una subida así. Menos a costa de esquilmar a una población vulnerable que pagará cualquier suma para calmar su necesidad de aspirar nicotina.

Así, la avarienta Hacienda recaudará el presente año diez mil millones de euros a costa del tabaquismo, o sea, más de lo que supone el total del gasto sanitario en España entera. Una bestialidad situada en quinto lugar del ranquin, sólo por detrás de lo que ingresa por IRPF, Impuesto de Sociedades, IVA e hidrocarburos.

No resulta extraño, pues, que el gobierno actué de una manera tan hipócrita, mafiosa y delictiva cuando, declarando nocivo su consumo, en lugar de retirarlo del mercado siga lucrándose de su venta. Pero no sólo eso, al mismo tiempo proscriben y criminalizan al fumador, fiel cliente al que extorsionan, sometiéndolo a todo tipo de normas restrictivas e incluso vejatorias como la que ahora prepara la ministra comunista del ramo criminal, para echar al fumador de las terrazas sin acometer lo que de veras sería decente y fundamental, es decir, la definitiva prohibición de su venta.

Pero no. Porque sobre este indecente narcotráfico de Estado se sustentan enormes ingresos en base al alza impositivo del precio, supuesta y falsamente disuasorio, porque de sobra saben que será pagado por quienes padecen la adicción.
El gobierno es, por tanto, traficante, cómplice y culpable, mientras nos emboban con palestinadas de humo y otras farsas para tapar las gigantescas contradicciones y falsedades con que el socialismo siempre pretende salvar a la humanidad, cuando son moral y políticamente incapaces de voluntad ni valentía para hacer nada de lo que deben o dicen.
