PORNO PLUS QUAN PERFECTO
PORNO PLUS QUAN PERFECTO
Puede escuchar este artículo haciendo clic abajo
© Fernando Garrido, 2, IX, 2025
No es fácil administrar ni sujetar las metáforas o figuras que, irremediablemente, se nos desbocan cada día que a uno lo escupen en la cara los que se nos beben la sangre a chorros. Así pues, qué decir de ese gran lupanar y palaciega mancebía llamada TVE.
Ayer mismo nos enchufaban una sesión de interviú con felación, o dicho en la jerga de los Sánchez-Gómez, un completo de sauna y masaje con final feliz monitorizado.
No habíase visto en España un ente con mayor pornografía desde que desapareció aquel canal privado de pago, donde los sábados noche echaban una de puteo, exclusiva para adultos con posibles para pagar la sabrosa cuota que costaba.

No obstante, el pícaro tesón libidinoso de muchos españoles menos pudientes, no abonados, alcanzaba hasta el punto de que, sin pagar, se llegaba a adquirir una extraordinaria habilidad sensorial para decodificar mental y visualmente aquellas líneas y garabatos chirriantes donde se oficiaban coitos con jugosas prácticas caníbal genitales y gastronómicas, que iban más allá de lo que la gente corriente podía alcanzar en la doméstica intimidad.

Hoy la industria del porno de pago se ha mutualizado, o democratizado según diría un cursi de progresía. Ahora somos todos, indiscriminadamente abonados por fuerza al cochineo, a un precio escandaloso que ya hubiesen querido aplicar aquellos accionistas y ejecutivos del viejo Canal Plus +, porque las obscenas cifras millonarias que en la actualidad se manejan y despilfarran en los putiferios televisivos del régimen salen del total de los bolsillos ciudadanos. Todo para cebar el lenocinio de meretrices y chaperos que se hacen llamar periodistas que, como no podía ser de otro modo, nos ofrecen el porno político más duro, sumiso y guarrindongo jamás visto.

La madám vedete se fue ayer a ese su revolcadero de monas alcahuetas y bienpagás, para ofrecernos una sesión de impúdico e imaginativo onanismo autocomplaciente ante las cámaras, mintiendo, amenazando e insultando, como la fulana sin vergüenza que es, a todo aquel que no la ame a ella, la más bella, zorra y narcisa sanchidad.
En fin, excúsenme, pero a veces resulta difícil embridarse y saber dónde empieza la figura metafórica y termina el susobicho.