SE ACABÓ
¡SE ACABÓ!
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© Fernando Garrido, 11, V, 2025
Uno a veces se pregunta qué decir al mundo si le escuchara. Uno también se pregunta por qué quienes desde aquella posición y tribuna que el pueblo les ha otorgado para que hagan lo correcto, no lo hacen o esperan eternamente a actuar según ese su ineludible deber.
Por eso hoy escribo lo que me gustaría escucharles. Es un discurso que les regalo, son las palabras que nadie me ha pedido, ni tampoco pedirán a otros tantos que causaron baja obligados por una realidad intelectualmente insoportable y vitalmente descorazonadora. Es la ausencia de los mejores, que ya proclamaba Ortega hace un siglo.

Por eso aquí y ahora digo, como la célebre y rotunda rumba: ¡Se acabó!
Se acabó: cuando las palabras no sirven, cuando el espacio de cortesía política ha sido demolido, no queda otra que la acción legítima fuera del marco democrático, por inexistente, contra el ejercicio de la violencia civil y política de aquellos que la han destruido y han hecho del delito continuado su supervivencia y nuestra ruina.
Violencia mayor sin miedo ni límite contra la violencia ilegítima del agresor y el provocador; no queda otra vía para eliminar a quienes han convertido a un país en un espacio incívico de convivencia fallida, enfangado por la corrupción multidireccional y el odio contra la inteligencia, la razón, la ley y la decencia.

No queda otra que el combate hasta la derrota total del enemigo de los hombres, mujeres y de la nación, de su ley, sus derechos y su libertad. No hay ni sirven discursos del método, ni palabras razonadas ni argumentos ingeniosos contra una banda de malhechores y cómicos siniestros que han usado y usan el gag, la parodia, la mentira, la amenaza, el terror y las armas, sea cual fuere su naturaleza y emisor, para desde la ilegalidad renombrada como normalidad someter cuanto queda o existe a la esclavitud dogmática de su terrible ideología, que ha liquidado ya a millones de seres humanos en los últimos siglos, y sumando aún hoy, cada minuto, muchos más.

China, Venezuela, Irán, Rusia, Cuba, Afganistán, Corea, son ya España, donde se define y contempla a todo el espectro civil, político y social bajo aquellos mismos fundamentos radicales, destructivos, criminales y totalitarios.
No vale ya creer en lo que no será posible, porque sí lo es. Ninguna ruina, prisión o cadáver pensó que lo iba a ser, pero lo fue al equivocar o aplazar su acción y su respuesta. Muchos prefirieron evitar escuchar quien de esto les hablaba y advertía, porque quizás y tal vez necesitaban humanamente creerlo así, para desde su comodidad sin embargo padecer final y fatalmente el martirio y la deshumanización consecuente a su incredulidad.

Orwell no era profeta, era uno de ellos que supo y pudo ver la realidad experimentada en la única miseria verdadera que envuelve la gran mentira e inhumanidad de los socialismos, porque su historia empieza, se escribe y está allá donde acaba el Hombre, cuando deja de existir la dignidad humana y su autonomía como individuo único, irrepetible, soberano y libre.
¡Se acabó!

Hasta aquí el discurso que me hubiese gustado escuchar o escribir a alguno de aquellos "valientes" desaparecidos entre caricaturas de algodón, convidados a la mesa acomodaticia de los cobardes.
Aún quizás no sea tarde…
¿Hay alguien ahí?