“EL CABALLO Y LA MUJER, DONDE SE PUEDAN VER”
“EL CABALLO Y LA MUJER, DONDE SE PUEDAN VER”
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© Fernando Garrido, 13, V, 2025
El otro día puse un mensaje a mi caballo para que mordiese en la cola su vecino de box (quiero decir cuadra), porque este está siempre coceando en la puerta y molestando con sus relinchos. Como mi caballo no usa wasap el recadito fue analógico y sin dejar rastro de él, es decir, le puse atado a la cola del equino relinchón un gran y apetitoso rábano para que el mío recibiera la orden claramente y ejecutara mis deseos. Cosa que hizo a la perfección. Pero nadie vaya a creer que esto fue mérito ni obediencia desinteresada del bruto, que va, a mi caballo no le valen razonamientos complejos ni lealtades gratuitas, por eso lo tuve sin comer un par de días y, además, como le gustan las gruesas raíces axonomorfas más que al progretariado el lucro con la pasta ajena, el éxito de la misión encomendada estaba asegurado.

Su glotonería es su defecto, ya lo sé, pero tiene disculpa: mi caballo no es un animal político, no es lo que se dice un zoon politikon, sino de los de verdad, o sea, un equus ferus caballus, especie que aunque en el pasado algún macho haya alcanzado la dignidad de cónsul en Roma o una hembra catedra en Complutum, no es esta su manera de ser y de estar en el mundo, sino más bien esa otra forma básica que tiene el animal de comportarse, es decir, comer, folgar y aparearse todo cuanto puede o le permiten.

Así pues, él se conduce o hay que manejarlo de tal forma que si uno le pone forraje del bueno, pues allá que te va; que uno le pone una yegüita en condiciones de merecer, pues arremete y se la monta en plan salvaje hasta que se queda a gusto, y luego se pira a pacer en el prado hasta que su dueño lo obligue a algo de más provecho. Eso sí, haciéndole notar cómo duelen la fusta y las espuelas. Nada más. Sabiendo esto se puede superar el primer curso de dominar al equus ferus y luego obtener incluso un doctorado…

Pero ojo, el a veces sabio refranero castellano tiene también sus opiniones al respecto, tantas casi como caballos en las cuadras socialistas. Ponerlos todos acá sería un no acabar. Y como no se trata de aburrir al personal, ni tal verbo deriva de “burro” sino de aborrecer, he seleccionado cuatro, número que tampoco se corresponde con ser un cuatrero ni cuatrera, aunque ya vamos viendo que son esas las causas que acumula cierta hembra, por eso miro y veo que “a la mula con halagos y al caballo con el palo”, o que “el caballo y la mujer, donde se puedan ver”, o que “quien compra caballo, compra cuidado” y que, “al primer trueno de mayo salta la liebre y retoza el caballo”. He ahí jilorios y abalorios, o a ese pájaro que vuela no le mires el diente…
Por lo demás, abajo tienen otros cientos para aplicar a cuál mejor.
