© Fernando Garrido, 25, II, 2023
De Tamames, don Ramón, se escuchan tantas cosas. Que si es un carcamal, que es una equivocación, que a la vejez censuras, que vaya forma de volver a la política o de poner el epitafio a su vida pública…
Es cierto, quizás no sea su perfil, de excelente converso, el que se esperaba para meter en censura a la boñiga retroprogresista y sus moscas picatostes.
El anuncio desde luego sorprendió. Pero ALEA JACTA EST, para qué diatribear sobre las razones de este cruzar a la acera buena de la Historia, aunque por su edad, don Tamames, lo haga con permiso de Caronte.
Es interesante. Por primera vez se postula a la presidencia del gobierno de España un candidato nonagenario, sin escaño parlamentario, independiente e intelectual con más de una veintena de ensayos publicados sobre economía y política, investido del prestigio y la sabiduría que sólo otorgan la experiencia vital de los años.
Se decía que si alguien a los veinte años no es de izquierda no tiene corazón, pero que si a los cuarenta sigue siéndolo, lo que no tiene es la cabeza en su sitio.
Bueno, más allá de esta ingeniosilla malicia, en verdad que ni a los 20 ni a los 40, ni a los 90 como don Ramón, después de Hitler, la URRSS, Mao, Cuba y toda la deriva hispanoamericana, ser socialista no es pecado de ingenuos sino pertenecer a un club delictivo de lesa humanidad.
Será esta al menos la moción más extraña o extravagante que hayamos visto, cuyo resultado numérico está ya contabilizado con dígitos en rojo.
Color del que tal vez también se teñirá el voto de los azulones que –no es la primera vez- esperan melindrosos bajo el nogal -ahora meneado por VOX y don Ramón- bien abonado con el purín de las diarreas legislativas gubernamentales.
Pero no se fíe mucho FJÓY porque en vez de recoger las nueces, puede que pronto esté, como Eloísa, debajo de un almendro. Pues su formación se parece desde hace tiempo a ese goyesco Júpiter parricida y tragaldabas con tenebrosos claroscuros. Ya se lo dijo su sanchidad esta semana: “Guárdese la espalda”.
Y mientras aguarda los idus, FJÓY “Eloise, caricias de dolor y cuentos chinos”, le decía a don Ramón que si fuese su padre no le permitiría defender la moción. Menos mal que no lo es.
No sé quién será su padre, pero nos da que de tal palodú, tal astilla. Así que es justo decirle a don Alberto que nadie necesita a su gallego padre (¿será M. RJY?), porque es él, como líder de la oposición mayoritaria, a quien correspondería la obligación de poner a SNCHZ orando hacia la Meca.
Sin embargo, ya se le están viendo las hechuras vacilantes de tecnócrata utilitarista, que rehúsa hacer política.
En eso sí puede ser considerado conservador su partido. En la gestión aséptica de las herencias recibidas, cada vez más hediondas.
Para terminar, recuerdo una anécdota. En una ocasión Salvador Dalí era preguntado acerca de Picasso, y genialmente contestó: “Pablo es comunista, yo tampoco”.
Pues asimismo es don Ramón, ni creyente, ni ateo, sino todo lo contrario. Anciano sabio, sin un pelo de tonto, que seguro nos regalará minutos de gloria memorables. La gerontocracia frente a una generación de adolescentes funcionales, papanatas y diletantes a perpetuidad.