ABOLICIONISMO

F. Garrido • 22 de junio de 2025

 ABOLICIONISMO 



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© Fernando Garrido, 22, VI, 2025


Como vamos viendo casi siempre, todo escándalo de corrupción política tiene como colofón la contratación habitual de servicios de profesionales que ejercen el amor carnal que, por cierto, no son sólo féminas.

Creo que más allá del indebido uso del dinero público para satisfacer pulsiones o deseos erótico festivos es esta una cuestión que sólo debiera incumbir a las esposas o parejas, a la familia, al cura o cualquier otra instancia que pueda y tenga derecho a reclamar o exigir fidelidad a un compromiso determinado, sea conyugal, paternal o espiritual.

Por eso en tal sentido no encuentro reprochable otra cosa que el modo infame de costearse esa afición como cualquier otra (restaurantes, casinos, copas, relojes de lujo, etc.). Aunque es verdad que este tipo de consumidor al que llaman “putero” se presta más y mejor a la crítica moral colectiva y al estrambote que cuando se trata de un comilón, un bebedor, un jugador o un coleccionista de pelucos.

Si bien en el caso de los miembros del socialismo, tan aficionados a darse homenajes erótico festivos con la pasta ajena, sí concurre otra circunstancia escandalosa. Se trata de la traición a los postulados de su organización política, alineada con el feminismo radical neo puritano, adscrito al movimiento abolicionista que, por vez primera en la milenaria historia de la humanidad, pretende la machada harto improbable de acabar con la prostitución femenina, pues de la masculina sorprendentemente no dicen nada.

El feminismo de hoy, no lo olvidemos, es un instrumento ideológico para partir en dos a la sociedad y destruir la civilización que conocemos. Por eso ese feminismo actual es complicado y difícil de saber exactamente en qué consiste desde que lo tomaron por asalto las llamadas fuerzas retrógradas de progreso (marxismos, anarquismos y fascismos …) cuya superioridad moral sólo reside en su hipócrita propaganda dirigida a alimentar y crear fanáticos uniformados para combatir fantasmas.

Pero aquel otro feminismo, el clásico, apenas existente, no habría de estar en oposición a la prostitución, porque son lógica y perfectamente compatibles ambas cosas: se puede ejercer profesionalmente en ese menester y ser feminista a un tiempo. No es una ironía en absoluto, es decir, una mujer puede reivindicar sus derechos laborales e igualdad en cualquier ámbito profesional o cotidiano, siempre en un marco donde la libertad dentro de la ley sea el mayor de los preceptos.

Otra cosa será que alguien sea obligado contra su voluntad a hacer algo que no desea, que evidentemente será un delito.

Pero en el otro plano no hay mucho que discutir, si entendemos que el trabajar, para la mayoría social, no es una elección discrecional o pasional, sino una necesidad. Es decir, se trabaja porque no queda otro remedio que obtener un salario como medio de vida. Eso suele ser lo normal. A partir de ahí, el grado de satisfacción de cada cual con sus expectativas de trabajo tendrá que ver con otras cuestiones como sus posibilidades reales en el mercado laboral, la nómina, horario, cercanía, compatibilidad o eso que llaman ahora conciliación.


No obstante, desde el disparate abolicionista han acuñado el término “mujeres prostituidas”, cuya forma verbal pasiva pretende un cambiazo conceptual inadmisible, por el cual se quiere trasladar la responsabilidad de dicha actividad a otra instancia (imaginamos cuál). Con esto, arteramente, pretenden poner en cuestión la voluntad y capacidad de decisión de la persona que ejerce esa profesión como medio de vida, e incluso negar que puedan ejercerla a conciencia y de modo pasional. Pues, como ya apuntaba antes, el que existan personas obligadas, no es argumento válido para soslayar que la gran mayoría no lo son, y que obtienen rendimientos muy superiores a los que podrían optar en cualquier otro sector. Esa es la realidad.


Pero además, creo sinceramente que, si alguna vez se prohíbe la prostitución como pretenden, tendremos un gravísimo problema, pues, entre otras consecuencias inmediatas se dispararán las violaciones, las separaciones de parejas en que una de las partes no desea sexo, y emergerán diversos problemas mentales en muchos individuos ante la frustración de sofocar la lívido, incluidos, supongo, aquellos o aquellas que frecuentan prostitutos… 

De otro lado, miles de mujeres, y varones también, quedarán sin su trabajo y medio de vida. Con todo, la prostitución no desaparecerá, pero será totalmente clandestina, lo cual previsiblemente llenará los juzgados de procesos, las arcas de multas o sanciones y las cárceles de individuos, cosa que al parecer es el verdadero propósito de las abolicionistas o falsas feministas, puesto que siempre considerarán que la mujer “prostituida”, según su credo, es inocente y el hombre un corruptor.

No en vano desde otro ámbito, el de la corrupción de políticos por comisiones o mordidas, también se está intentando trasladar la mayor o buena parte de la culpa a un corruptor que muy probablemente no lo sea, sino víctima de una fórmula híbrida entre la extorsión y seducción corruptora de la otra parte. Al final todo confluye en la criminalización de las empresas, empresarios o individuos, sobre todo varones, desde la misma ideología radical, sea el feminismo o el socialismo, que señala a sus necesarios enemigos para justificar la tremenda corrupción intelectual que reside en su ideología y poner a salvo sus más oscuros propósitos.


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