MONTORO O MONTERO
MONTORO O MONTERO
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© Fernando Garrido, 18, VII, 2025
Montoro, además de ser el topónimo de un bello municipio cordobés a orillas del Guadalquivir, es el infausto apellido de un delincuente (otro más) de adscripción socialista, que militó infiltrado y con conocimiento de causa en el desorientado Partido Popular y gobierno de don Pantuflo Rajoy que, como todo el mundo debiera saber, fue el auténtico artífice por omisión e inspirador por inoperancia de la división entre conservadores y la diáspora de liberales de su Partido Pendular, que dio como resultado la necesaria fundación de Vox.
Montoro, don Cristobal, es un buen ejemplo del dislate y traición a los principios liberales de ese partido que, para encubrir su desorientación, vacuidad y vacilaciones ideológicas, se nombró a sí mismo “reformista”, sin explicar de qué ñapas se trata, ni cómo quieren redistribuir ni alicatar los tabiques del principal.

Así, tenemos pues parte de la respuesta en ese tipejo caricaturesco, como creado con trazos de monigote forgiano (de Forges, Fraguas don Antonio) y voz de teleñeco múppet que, ¡oh sorpresa! había militado en el Partido Comunista y sin embargo nombrado ministro de Hacienda por don Mariano Bostezos, para saquear a los españoles, aplicando sin pudor las recetas expoliadoras del socialismo y del comunismo (que tanto igual da una cosa como la otra).

Desde entonces los españoles no hemos dejado de pagar y pagar más y mayores impuestos cada legislatura, y de ver como nuestro sistema liberal, huérfano de valedores, se desmorona y cae en la servidumbre de un enorme estado antiliberal, devorador, corrupto, socialista y mafioso.
Montoro aplicó eficazmente el terror fiscal e instigó la persecución hacia aquellos medios, entidades y periodistas que denunciaban sus sinvergonzonerías y corruptelas. Incluso compañeros de partido y gobierno como García Margallo, Arias Cañete y Esperanza Aguirre, entre otros, sufrieron sus métodos de amedrentamiento mediante amenazas e inspecciones prospectivas ad hominem.

Ahora la justicia le imputa un rosario de delitos: cohecho, fraude contra la administración pública, prevaricación, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas, corrupción en los negocios y falsedad documental. Circunstancia que está siendo usada por sus continuadores, abrazándose en un cariñoso “y tú más que yo más mejor”.

La desoladora realidad de España es precisamente esa continuidad masiva. Y no existe diferencia entre el vampiro Cristóbal y la Marichusma de Triana. Montero y Montoro, tanto montan. Son un tándem grotesco, contiguo y continuo en el desmontaje del estado liberal y mangarnos magnánimamente la libertad y la cartera.