© H. H. Steppenwolf, 24, II, 2022
Leo la prensa del miércoles y me encuentro con que se ha convocado “el primer certamen de investigación ALFONSO X, EL SABIO sobre el patrimonio histórico, artístico y humano de la ciudad de Toledo y el primer certamen de investigación MARÍA PACHECO sobre el patrimonio literario de la ciudad de Toledo”.
La iniciativa parte de la editorial Ledoria, (http://editorial-ledoria.com/certamenes/) y al parecer en ella participa también el Ayuntamiento capitalino (https://www.toledo.es/el-ayuntamiento-colabora-con-los-certamenes-de-investigacion-historica-de-la-editorial-ledoria/).
Rápidamente, mi alérgico y sensible olfato me advierte con ese picor que detecta cercana esa patología provinciana que llamo TOLEDOPLANISMO.
Para empezar quedo perplejo ante aquella conceptualización empleada: “patrimonio histórico, artístico y humano”. Me pregunto si es que el patrimonio, el arte o la historia pueden, además de humanas, ser producciones propias del reino animal, vegetal o mineral. A no ser que lo que quiera decirse sea en realidad: “patrimonio histórico, artístico y humano biográfico”.
Del mismo modo quedo abrumado ante la originalidad en invocar a ese Rey que, de tanto usarlo para zurcir rotos y descosidos, lo borrarán el nombre, pues ya se sabe: si todo es Alfonso X, nada será Alfonso X. Como lágrimas en agua. Creo que hubiera sido más adecuado nombrar al premio con uno de entre los muchos insignes y brillantes investigadores de nuestra Edad Contemporánea, metodológicamente más cercanos, y más productivos como ejemplar inspiración para el investigador actual.
Aun entiendo menos la vinculación de María Pacheco con la investigación o la literatura. Que se sepa, aparte de alguna afilada carta, nada escribió ni investigó esa señora. Así que la denominación se explicará seguramente en función de ser otro desvarío más, al servicio de la corrección de género y la cancelación de toda otra razón. Todo muy neo puritano casposo.
Pero lo peor de este asunto es la burla y desconsideración que supone un doble certamen, cuyo premio consiste únicamente en “la entrega de una placa conmemorativa a los ganadores y la publicación de la obra”, y ya está.
O sea: toma nene una plaquita y calla, que te hacemos el favor de publicar la obra. Y eso, claro está, si aceptas y te sometes a otras estipulaciones leoninas como que el premiado “deberá ceder su nombre e imagen con fines publicitarios y comprometerse a recoger el premio (la plaquita) y participar personalmente en la presentación y promoción de su obra en aquellos actos que la editorial considere adecuados”. Por su parte los no agraciados no podrán ni darse con un canto rodado en la dentadura, ya que se advierte que, “no se mantendrá correspondencia ni facilitará información sobre clasificación y valoración de las obras”.
Pues así están las cosas. Esto es a lo máximo que pueden aspirar los autores de un trabajo de investigación que les ha podido llevar varios años de esfuerzo, duro y silencioso.
Bien lo sabemos quiénes hemos catado de esos caldos. Por ello me siento autorizado a decirle al promotor editorial del certamen, Jesús Muñoz, a quien conozco desde hace mucho tiempo y tengo sincera estima, que esto no es así o no debe serlo. Y añado que, en tanto una iniciativa empresarial sea privada, allá cada cual con la toma de decisiones; pero si la propuesta editorial -como es el caso-, se brinda desde el ámbito de la política cultural municipal, la cosa cambia y legítimamente puede y debe ser juzgada en los términos que lo estoy haciendo.
He de manifestar que he sentido cierta indignación al encontrarme la foto de la presentación del certamen, celebrada en sala de prensa consistorial, con la participación estelar del concejal socialista Teo García (como su jefa, siempre ávido por hacerse la foto), quien ha señalado literalmente que el Ayuntamiento coopera con esta iniciativa “generosa” que viene a “sumar en cultura”. ¿Generosidad?, pizca más o menos igual a cero, y ¿sumar queeeé? Dime la verdad pollo… que no te entiendo.
En fin, deberían explicar cuál es esa cooperación tan generosa del gobierno toledano que derrocha mucha pasta en tantos artificios coloristas pero que, en esto por lo visto, no suelta un chavo, al menos para el bolsillo del investigador, a cuenta del cual se daba tanto postín ese concejal en el preceptivo baño de flashes del ceremonial demagógico cultural TOLEDOPLANISTA.
Qué barato sale en esta ciudad el aplauso para el tirano, y qué caro investigar siempre a expensa propia.
Investigar para que un anónimo jurado "formado por personalidades relevantes del mundo humanístico y profesionales del ámbito cultural toledano", decidan si has sido bueno y con perspectiva (sesgo) de género, y te den... una solemne palmadita el alcalde o el concejal, mientas ellos se llevan cerca de 65.000 y 50.000 eurazos anuales, respectivamente, más dietas y gabelas, pagados con los impuestos de todos, incluido el investigador que, además de trabajar bastante más y mejor que ellos, tiene que afrontar -sólo por poner un ejemplo- el sobrecoste de un 21% en sus dispositivos, conexión, folios o bolígrafos.
La racanería con que arranca esta convocatoria semi-áulica, no se compadece desde luego con la actitud del Rey Sabio, bajo cuyo nombre se justifica uno de los premios.
Pues él, como es sabido, fue un excelso promotor, patrocinador o mecenas que, pagaba generosamente a los amanuenses, traductores y hermeneutas de su scriptorium toledano. En esto vemos como a Alfonso X, en este su octavo centenario del siglo XXI, más que “El Sabio” bien podría apodarse “El Listillo” o “El Clínex”, por el uso diario, tan barato, ligero y utilitario que de él se hace a cualquier propósito.