DESCASTELLANIZAR, MANCHEGUIZANDO

F. Garrido • 31 de mayo de 2025

DESCASTELLANIZAR, MANCHEGUIZANDO


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© Fernando Garrido, 31, V, 2025


Tengo la convicción y pesadumbre de que hoy en Castilla la Nueva no es nuestra fecha, sino un mal día en que no hay nada que celebrar.

Allá vayan y se lo hagan de guardar los que se dicen manchegos con sus merinas razas, con sus jotas y garrotas. Aunque deberían de festejase juntas todas y todos los que son y están en esa provincia comarcal, porque no sólo sería justo, sino para que sean más y cumplir con la igualdad, inclusividad y todo eso.

Sí, digo bien y no invento, pues la Mancha es, harto estoy de decir, un territorio sin entidad histórica ni configuración política administrativa precedente, ni identidad cultural concreta, sino un paisaje geográfico difuso y confuso cuyos límites, según el Madoz, englobarían, con forzado encaje y difícil precisión, algunos secarrales y tierras pobres habidas en Castilla, Levante y Andalucía. Por tanto, buscar y encontrar una identidad manchega como tal, autóctona e independiente, en igualdad y fuera de esos varios entes superiores es una cazurrada y un disparate (por dispar). Otra cosa será la literatura, que tampoco, salvo lo parcial, grotesco y paródico novelado por Cervantes y poco más.

Sin embargo, Castilla la Nueva, lo de veras, fue violentada y sometida en 1978 a una cirugía a pecho abierto para extraerla el corazón, Madrid, y coserla un muñón llamado Albacete. Lo de Madrid, queriendo, quizás pudiera explicarse o malentenderse debido a su capitalidad absoluta en esa unidad de destino en lo universal, lo de Albacete desde luego no.

Por eso la componenda fue una auténtica traición que nada tenía que ver con lo nuestro, sino con espurias transacciones políticas, no ya autonomistas, regionalistas ni nacionalistas, sino en atención a las ya primeras exigencias del independentismo visionario y a largo plazo, cuyo fin siempre ha sido debilitar y destruir lo que les estorba. Un enjuague que calculadamente aceptaron aquellos presuntos patriotas de acá que, cobardeando, cambian de principios u opinión siempre que estén en juego sus negocios, intereses y la supervivencia personal y partidista, valgan redundancias.

Así las cosas, prácticamente sólo unas siglas han caciqueado en este su cortijo y región de cuyo nombre no voy a usar, que creada en connivencia con los habituales aliados, ha sufrido durante esos cuarenta años un proceso de ingeniería social clientelista y un régimen o proceso de aculturación proyectado para remplazar la identidad castellana por un constructo político ideológico y antropológico llamado mancha y manchego.

Y vean cómo descastellanizando y antiespañoleando, respectivamente, tanto a los unos como a los otros les ha resultado devengar en éxitos estratégicos, que les ha permitido ser hegemónicos aquí, allá y acullá, ver crecer sus patrimonios personales, gobernar e influir distrayendo y dividiendo a la sociedad a partir de lo identitario, usando esa especie de victimismo colonial y cuentos xenófobos para introducir cambios conceptuales desde el supremacismo cateto, ora lingüístico e idiomático, ora gastronómico, ruralista y demás folclor vitivinícola y panderetero.

Hoy observando la actualidad, mientras PAGE se da un baño de celebraciones el último de mayo, aprovecho la ocasión para avisar a los despistados de que Emiliano ni tiene ni ha tenido verdadero rival, salvo SÁNCHEZ, que precisamente es quien le da vidilla y otorga el poder estar en contra de él, en plan “tocacojones”.

Emiliano, aunque es socialista, hace como que también es liberal, conservador, campechano y buena gente. Su jugada maestra es ser gobierno, oposición y pueblo a un mismo tiempo, pues viendo el percal tampoco es tan difícil. Amagando y al tiempo cacareando, sin heroísmos, ni hacer lo que podría, debería y puede hacer, porque si el amo acaba, entonces, ¿a quién haría como que atiza él? Se terminaría ese su ambiguo y recurrente, ¡sujetadme el vidrio que voy!

Así, desde Toledo representa la comedia de don pa contraria, mientras que en Madrid, la otra capital castellana, sus cien mancheguitos, es decir, los senadores y diputados socialistas elegidos a Cortes en esta su tierra de Castilla y sus ganapanes garbanceros adjuntos, trabajan para el thriller sanchista y apoyan en todo al líder supremo, número uno y cúspide de todas las fechorías y corruptelas. El mismo Pedro al que cada finde, de regreso al pueblo, ponen a chupa de dómine para que no les corran con las boinas sus paisanos y electores. Pero esto es un dale que te pego, dale y corre, corre que te pillo; eso sí, mientras trincamos.


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