DONAIRE DE PROGRESÍA
© Fernando Garrido, 8, II, 2024
Para empezar, un tío que no puede explicar de dónde sacó la tesis y título de doctor, no debería ocupar siquiera el empleo de ayudante de porquero en ningún cebadero decente.
Fue aquel un plagio iniciático que, por añadidura, dejó manchado el nombre de la universidad española (con la complicidad del mudo Consejo de Rectores), lo mismo que cada palo e institución que sirven a sus intereses (ya quedan pocas incorruptas).
A decir verdad, al Gran Impostor ya no saben que escribirle su colección de mascotas sayonas, escribas y propagandistas que guionizan cada día trampantojos más estrambóticos, a fin de justificar las mil fechorías del Monstruo y aventar el terror y odio visceral de todos los idiotas.
El nuevo rol con que visten al presidente –desnudo- está hecho ahora de vacuo paño de monologuista, graciosete, payaso o, mejor, de ese donaire que hacía las delicias del público en el “arte nuevo de hacer comedias” en nuestros Siglos de Oro.
Si bien, la presente, es una donairosa versión burda, prosaica y anacrónica para estos tiempos decadentes, en que pareciera que el teatro ha salido del espacio escénico barroco, mudándose a los corrales parlamentarios y demás establos de Augías, bien atestados de boñigas para abonar los campos del agitprop sincronizado.
Así pues, SNCHZ es ahora ese donaire, estereotipado e imprescindible siervo que hace gracietatas y emula chuscamente los argumentos de una trama principal representada por sus amos y señores.
Imagino que, en una tarde aciaga, alguno de sus exhaustos pet shop boys tuvo la feliz idea de acuñar el falsogismo “fachosfera”, prescrito para odiar a más de media España que, tirando de chirigota, luego ha de corear una hambrienta jauría que, como los canes de Pavlov, babean en presencia de un saco de huesos corruptos afectados de metástasis inmoral.
Pero las esferas pueden multiplicarse y ya son tantas como como satélites bajo el astro Sol: idependosfera, waterlosfera, rusosfera, etcétera, etcétera.
Así pues, entre esferas, el zángano de progresía, se nos antoja el chulo don airado de la “siniestrosfera”, que es el contumaz círculo vicioso -nunca mejor dicho- de la corrupción política y moral. Es decir, la izquierda tautológicamente siniestra por antonomasia.
¡Ah, que no se olvide!
Lo siniestro, según vigente normativa, es avieso y malintencionado: maligno, perverso, malvado, pérfido, malévolo e inicuo.
Otro sí; lo siniestro es lo Infeliz, funesto o aciago: espeluznante, tétrico, lúgubre, amenazador, escalofriante, aterrador, desgraciado, funesto, aciago, infeliz, trágico.
Otro sí; siniestra es la propensión o inclinación a lo malo. O también aquel suceso que produce un daño o una pérdida material considerables: accidente, catástrofe, desastre, desgracia, tragedia, ruina, calamidad, cataclismo, debacle, naufragio, hundimiento, choque, incendio, fuego...
La normativa lingüística nunca fue tan certera. Busquen en los papeles, o con un simple clic si les place: https://dle.rae.es/siniestro.