EUROPA ES EL PROBLEMA ¿ESPAÑA DISOLUCIÓN?

F. Garrido • 3 de octubre de 2023

EUROPA ES EL PROBLEMA ¿ESPAÑA DISOLUCIÓN?


© Fernando Garrido, 3, X, 2023

 

No, no hay algún error en el título de este artículo que deliberadamente altera el sentido de la conocida apreciación orteguiana: “España es el problema y Europa la solución”.

Desde el respeto intelectual y admiración hacia don José, es evidente que se equivocaba al menos en el largo plazo porque, como él mismo decía, cualquiera que aborde la historia es sólo e irremediablemente un “profeta al revés”, por tanto, incapaz de atisbar señales de humo en el horizonte futuro.

Aun así, Ortega y Gasset siguiendo la ruta señalizada en parte por Immanuel Kant en el siglo XVIII quiso, pero no pudo imaginar certeramente hacia dónde se dirigía –despeñaba- Europa o España tras el filtrado social demócrata que ha operado en las políticas de los estados nacionales europeos después de la II Guerra Mundial.

Sinceramente, me pregunto que hubiese opinado Ortega de ese su sueño europeo en vista de la agenda patraña que se le está imponiendo al hombre occidental del XXI.

Una Europa que ahora como nunca marcha acelerada en claro retroceso de la libertad de un “ciudadano-masa” más “amasado” que nunca.

Para quien lo quiera ver, resulta evidente que las doctrinas socialistas son la gran aporía política que ha pervertido, hecho suya y sólo suya la democracia, en la que se introduce ocultando en realidad ser síntesis y reformulación posmoderna de los fascismos, comunismos y autoritarismos socialistas del siglo XX.

Por ello, merece preguntarse si ese socialismo sintético (“social demócrata”) es compatible con la democracia. He ahí la cuestión.

La respuesta clara es no, si entendemos que la democracia es fundamentalmente -aparte del “peor de los sistemas políticos exceptuando los demás”- un espacio político, crítico y práctico, para el ejercicio de la libertad individual y no una factoría de humanos estandarizados bajo una igualdad artificial, diseñada según un modelo ideal utópico, situado en frontal oposición a la naturaleza y el ser de las cosas, fenómenos e individuos.

Hoy ese modelo socialista sintético se expresa mediante el “social-agendismo 2030”, auténtica revolución neo totalitaria hacia la utopía paradisiaca de un Planeta-Estado woke igualitario.

Aspiración que viene a perfeccionar –parece al fin con éxito- el viejo anhelo internacional-socialista expresado -puño en alto- en estas conocidas y violentas estrofas de su himno:

Del pasado hay que hacer añicos, legión esclava en pie a vencer, el mundo va a cambiar de base, los nada de hoy todo han de ser. Agrupémonos todos, en la lucha final, el género humano es la internacional. Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor, etcétera, etcétera.


¿“Añicos” y “lucha final”? ¿Un “supremo salvador” y “redentor” de qué?

Efectivamente, la salvación y redención del “terrible” anhelo humano de libertad individual.

He ahí que la respuesta sea una placentera cárcel mundial o global en la que cada cual liquida voluntariamente su libertad personal (étnica, cultural, religiosa, nacional…), subsumida en una vacua identidad universal donde se reorganiza el “caos humano” en laboratorios científico sociológicos dedicados a formatear o cancelar conciencias para crear una “legión esclava” de esa agenda apocalíptica.

Así pues, Europa es hoy la perversa oportunidad totalizadora para liquidar la democracia liberal que, no lo olvidemos, es la forma en que –supuestamente- se organizan los estados occidentales.

En consecuencia, el ente europeo con pretensión supranacional avanza según el viejo programa socialista, asumiendo las soberanías nacionales para hacerlas desaparecer en un alambicado enjambre intervencionista y laberintos burocráticos.



Por todo lo dicho, dudo que en este momento don José Ortega y Gasset estuviese entusiasmado con esa Europa que no sabe ni nos dice qué es ni a dónde va. Una UE que ha sido abandonada ya por una de las naciones cuyo papel ha sido -como España- fundamental y determinante en la historia y configuración del “viejo continente”.

Y, en fin, qué se puede añadir de una Europa en proceso de aculturación -y sin embargo islamización, africanización, asiatización, etcétera- que siquiera ha sido capaz de reconocer sus antiguos y comunes valores civilizatorios, ni de consensuar una constitución declarativa fundada en torno a su esencial e imprescindible alma cristiana y base cultural greco romana.

Me temo que hoy en España hay más eurófilos orteguianos –equivocados- que nunca. Tantos como bobos que apelan a la UE considerándola garante de la democracia liberal y confiando que en España los planes gubernamentales contra su núcleo constitucional serán abortados desde las instituciones europeas "defensoras de la ley y la libertad". Pero estamos viendo que esto no es así. Al contrario, en muchos casos el silencio es abrumador y en otros, su abrazo entusiasta da pavor.


La cobertura de los tribunales europeos a fugados de la justicia española y la orden dada recientemente a Europol para que no persiga ni considere terroristas a quienes atentan contra el orden democrático, es sólo un ejemplo entre cientos.

Por todo, hoy Europa no es solución, sino la problemática disolución de las naciones en un proyecto globalista multicultural, ecologista, colectivista e igualitario, metafísicamente inviable, que no puede salir bien sino para las élites woke político-económicas “next generation” que lo diseñan e imponen para su inmenso provecho y desaforada voluntad de poder.

En cierta ocasión escribió Ortega –a propósito de la deriva republicana-, «No es esto, no es esto». Quiero creer y creo que hoy mi admirado don José diría algo similar de su sueño europeísta.


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