© Fernando Garrido, 20, VII, 2023
Una legislatura que comenzó con el mayor “cambio de opinión” jamás contado no podía sino acabar con la convocatoria electoral más perversa nunca habida, tórrida y preparada para hurtar el derecho al voto de muchos españoles y estafar al resto de votantes.
Así lo ha calculado el sujeto SNCHZ en función de sus múltiples patologías.
Pero al gran ególatra le chillan los oídos y pregunta, cariacontecido con pucheritos, por qué le pitan allá donde va o le dicen chapote, mentiroso y traidor, si a él este país le debe tanto y todo ser humano tiene obligación de amarlo y creerlo sobre todas las cosas.
A él, que es sin embargo el emperador de los engaños. Pontífice grosero del cambio de opinión. Damnatio memoriae de la verdad. Perverso Calígula contemporáneo nombrando cónsules a mulas y perros asesinos. Un Tiberio entre los tiberios. Un Nerón incendiario del estado de derecho y perseguidor chequista de creyentes y disidentes. Un Bruto excelso en las traiciones. Doctor del plagio. Capone de banda delincuencial. Alarico saqueador. Profanador lapidario. Nalgas Inclinadas del conde don Julián ante el mauricón de Berbería. Fernando séptimo en vinos despóticos. Beltraneja entre el mujerío. Celestina de pócimas climáticas y buscón internacional.
Una legislatura que comenzó con la supresión de la democracia y que acaba con lo mismo.
Una legislatura en que se cerró el parlamento, sede de la soberanía nacional. Una legislatura que suspendió los derechos fundamentales. Una legislatura en que se secuestró ilegalmente a cuarenta y ocho millones de españoles bajo amenaza. Una legislatura al dictado de comités de expertos fantasmas. Una legislatura en que los encapuchados están en la dirección del Estado.
Una legislatura, en fin, que empezó en la mentira y termina en el engaño de una campaña electoral disparatada, basada en que son los otros quienes mienten.
Una campaña dedicada a insultar a todas las víctimas de SNCHZ porque legítimamente desean, en defensa propia, echarlo para sobrevivir.
Una campaña donde ciencia y filosofía se convierten en panfleto iracundo narrado por un sujeto al bies mental, empolvado hasta la ceja y con un nublado de psicotrópicos tan espeso como las gachas de una ciénaga, que va y solemnemente nos dice:
"El infinito es el infinito; el universo es infinito, muy probablemente. No cabe en nuestra cabeza imaginarnos cómo es el infinito".
A qué llama ZP “el infinito” ¿Serán tal vez las narco-dictaduras bolivarianas de las cuales él es oneroso embajador y Marx allá?
Pues eso, imaginémoslo así a ese infinito y, si nos dejan, votemos contra él para darlo el finiquito.