LAS UVAS DE ALMOROX
LAS UVAS DE ALMOROX
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© Fernando Garrido, 6, V, 2025
¿Cuántas veces hemos oído a conciudadanos originarios de Hispanoamérica advertirnos de que llegaron a esta su madre patria, escapando precisamente de ese futuro espantoso que aquí nos aguarda en la actual deriva?
Pues los síntomas y salpullidos de la enfermedad que sufren en aquellos países los vamos viendo en España día a día, a cuál peor, sucediéndose ahora ya con una terrible velocidad. Carestía, inflación, apagones, averías, infraestructuras fallidas, y, sobre todo, un expolio fiscal por el cual el Estado recauda como nunca pero nada funciona como antes.

Ellos, nuestros hermanos hispanos, nos explican que aquellos sátrapas, tiranos y dictadores suyos, llegaron y se fosilizan en el poder con similares mañas a las que se gasta aquí el titular de un gobierno ilegítimo por cuanto lo es en virtud de un forajido, en vías de convertirse pronto, o en muchos aspectos ya de facto, en cerradamente autocrático.

Cómo se llega a esto no es difícil de ver: de un lado el asalto partidista a toda empresa pública e institución del Estado que pueda garantizar el funcionamiento y limpieza democrática; de otro, la manipulación de la realidad a través de la agitación y propaganda, articulando discursos políticos que pervierten y subvierten los conceptos y la naturaleza de cada cosa. Y finalmente señalar enemigos, victimizarse e intervenir la libertad de expresión y de conciencia hacia un pensamiento único, dogmático populista, a fin de implantar un perfecto sistema de sociedad clientelar dependiente del Estado, que básicamente consiste en robar a la mitad de la población para mantener gratis a la otra que les ha de ser fiel y entregarles el voto cautivo, e incluso buena parte de a los que les meten mano, hacen como que no se enteran porque aspiran a participar algún día del botín.

La cosa pública ha entrado en España en una fase de caos multidireccional peligrosísima: un gobierno hediondo, aliado con la delincuencia independentista, carcomido por la corrupción, sumido en la incapacidad y el desgobierno. Pero de otro lado una oposición que, salvando honrosas excepciones (léase Isabel), están mayormente a lo que Lázaro de Tormes y el Ciego con las uvas de Almorox, que acordando comerlas entre ambos una a una, equitativamente, una para ti otra para mí. Sin embargo, el infame Ciego las tomaba de dos en dos. Así su Lazarillo, que no era ciego ni manco, ni rechistaba, porque él se las tragaba de tres en tres.

El género picaresco no acaba ahí, en las viejas andanzas de rufianes, rateros, buscones, furcias y villanos de mal vivir. Unos pobres diablos comparados con estos Koldos, Cábralos, Bernis, Begóñez, Oscargutanes, Malakakas, Chiquis, Canis, Bolangaños, Corruptores, Corruptos y un tal Golpe Corumpido…
