TOLEDO, “VENDEÉ” CASTELLANA

F, Garrido • 3 de marzo de 2024

TOLEDO, “VENDEÉ” CASTELLANA


© Fernando Garrido, 3, III, 2024


Allá entre los años 1793 y 1794, el régimen de terror republicano elevado por Robespierre a política de estado, segó la vida de alrededor de unos 200.000 franceses acusados sumarísimamente de ser contrarrevolucionarios. Desde aquel primer y abultado genocidio de la Era Moderna, han sido muchos los gobiernos que han practicado esa misma modalidad expeditiva de represión sangrienta para “convencer” al pueblo de qué lado ha de estar.

Uno de los episodios particularmente homicidas de aquel periodo criminal se dio en la región francesa de la Vendée, donde la mayor parte de ciudadanos se resistían a acatar las violentas e inasumibles imposiciones revolucionarias contra las tradiciones y su fe. El resultado de aquella oposición popular y espontanea fue la destrucción, el saqueo y la masacre de gran parte de la población, incluidos niños y mujeres, a manos de los revolucionarios jacobinos.



Algo así, también sucedió en España en los años 30 del pasado siglo, pero no puedo detenerme en ello. Valga esta breve reseña histórica para introducir una noticia aparecida esta semana a propósito de una tertulia on line de presbíteros toledanos denominada: “La Sacristía de la Vendée, tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria'”.

En su penúltima edición (jueves, 22 de febrero) uno de los contertulios manifestaba aplicar parte de sus oraciones para ayudar a que el "Papa pueda ir al Cielo cuanto antes", mientras el resto se solidarizaba también con esa misma idea.

 


A partir de ahí se ha desencadenado una reacción de indignación por parte de cierta clerecía y, sobre todo, en los medios de comunicación más furibundos, anticatólicos y anticlericales que, paradójica y sorprendentemente, desde el ateísmo se declaran muy papistas.

Debo advertir que, aun siendo no creyente, desde el respeto a la fe y en honor a la verdad, comparto el rechazo de buena parte del clero y la feligresía hacia este papa que, entre otras impropias fechorías, ha arremetido contra España, instándola a pedir perdón (asumiendo las falacias nigro legendarias anglicanas y protestantes) por el descubrimiento y la conquista de América, donde nuestro Imperio llevó precisamente la fe, convirtiendo al Nuevo Mundo al catolicismo que este papa, al parecer, increíblemente representa.

Aquel miserable atrevimiento fue contestado, entre otros, por el historiador español  (jesuita como Bergoglio), García de Cortazar, quien le espetó: “usted sí debe de pedir perdón por sus propios pecados".



Más allá de que la desiderata expresada en la tertulia de curas con sede en Toledo pueda resultar algo desafortunada, se trata en suma de un sentimiento de desafección generalizado hacia Bergoglio, compartido por una mayoría de creyentes, que vienen presenciando atónitos y escandalizados el carácter extremadamente político de un pontificado abiertamente alineado con los regímenes e ideologías que destruyen y amenazan la vida y libertad humana. Buena muestra de ello es su preferencia a sincerarse con periodistas de esa cadena española que lidera todos los ránquines de manipulación, o su complicidad y compadreo con los líderes comunistas, como es el caso de nuestra vice.



Pero la última bergogliada, sin ir más lejos, se ha perpetrado esta misma semana, creando obispo de Gerona a Octavio Vilà, abad de Poblet, un monje cisterciense defensor de las tesis separatistas, que siempre ha mostrado su apoyo a los golpistas condenados, o a los fugados, que considera exiliados políticos.

Con todo no puedo sino manifestar mi regocijo por que Toledo, otrora sede milenaria y primada de la fe en España, despierte ahora como una Vendeé castellana y mozárabe, rebelde, que se niega a perecer espiritualmente diluida en mera corriente de la moral neo marxista y palanca al servicio del mal llamado progresismo y, porque sea tal vez de nuevo, como escribiera un tal Cervantes, don Miguel:

“Toledo, Peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades... Toledo, solar hispano, crisol de la raza ibera, dichoso aquel que naciera español y toledano.”




BOLA EXTRA

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