© Fernando Garrido, 22, III, 2023
No cabe duda que cualquier nombre propio que pasa por boca de SNCHZ invariablemente corresponde siempre a un hombre que es mejor que él. Incluso el de aquellos de su esfera societaria, porque es difícil encontrar a alguien con esa su absoluta carencia de principios, también entre los delincuentes -condenados o aún no- que lo vienen sosteniendo o acompañando en el gobierno o en eso que llaman “dirección del Estado”.
Ayer, en sesión parlamentaria de censura al doctor en selenosis, catedrático del embuste, almirante de la trola y varón de la trápala, citaba sin embargo el vil censurado a don Blas Piñar con el propósito fallido de ensuciar su nombre pronunciado en las fauces biliosas que han de morder el lodo del camino –esperemos- en pocos meses.
Blas Piñar López (1918-2014) fue un hombre de firmes principios: “Dios, patria y justicia”. Comprometido con ellos hasta el final.
Se podrá o no estar de acuerdo con aquellas ideas, y aparte de que son producto de un tiempo concreto, fue un hombre honesto que ya a sus tempranos 18 años sufrió, junto a su padre comandante de infantería del Ejército Español, el horror del asedio y la barbarie republicana que destruyó una de las piezas singulares del patrimonio histórico toledano, el Alcázar, con el propósito de liquidar a un puñado insignificante de hombres niños y mujeres, que les contrariaban.
Blas Piñar, hombre y político, no cometió en su vida ningún crimen, muy al contrario, no vivió ni se enriqueció con la política a la que dedicó, aparte su profesión notarial y actividad en Acción Católica, más de cincuenta años de su larga vida.
Fue procurador en Cortes y consejero nacional del Movimiento, director general del Instituto de Cultura Hispánica, presidente del Centro de Estudios Sociales, Políticos y Económicos, diputado al Congreso en la primera legislatura de la democracia (1977-82) oponiendo su voto, entre otros, al constructo autonómico. Nos deja publicados además docenas de artículos, obra poética y una veintena de obras ensayísticas (historia, cultura, religión, política…)
En los sesenta, Piñar, fue muy crítico con la política exterior de los EEUU, que tildó “hipócrita” en un incendiario artículo publicado (1962) en ABC. Hecho que le enfrento también a la política que por entonces mantenía España con USA, lo cual le costó que le fueran retiradas sus atribuciones y confianza del régimen (ya quisiéramos ver hoy a esos “valientes” Pages o Lambanes, ministros, ministras, ministres y de ahí para abajo, haciendo critica de veras al régimen actual).
De su preocupación por la deriva tecnocrática y vacilante en los últimos años del viejo régimen fundó Fuerza Nueva que fue primero y siempre editorial, después asociación intelectual y posteriormente partido político.
Por lo demás, a Blas Piñar, toledano e Hijo Predilecto de la Ciudad, se le debe la creación (en 1958) del insigne capítulo hispanoamericano de Caballeros del Corpus Christi con sede en la capital castellana.
Algunos tenemos además que agradecer a don Blas nuestro temprano interés por la política. Sus extraordinarios discursos y dotes de orador cautivaban a aquellos que, como un servidor, teníamos apenas una docena de años y vivíamos atónitos y desorientados en una España donde de la noche a la mañana todo se ponía patas arriba, se asesinaban españoles y regresaban del exilio aquellos que habían ordenado en el pasado la ejecución nuestros tíos y abuelos.
Todo cuanto conocíamos estaba cambiando. Habíamos nacido y vivido felices hasta entonces con infantil ignorancia y despreocupación, en un régimen donde a nuestro alrededor todo había sido estable hasta ahí.
Don Blas desde su impecable y vehemente oratoria nos ofrecía las claves de lo que nos estaba pasando y con arreglo a qué principios se debía de actuar.
No tengo reparo en escribir aquí y ahora que este que suscribe, con apenas 13 años, frecuentaba el futbolín de la sede de FN en las alturas de la toledana plaza de Zocodover, junto a mi amigo Alfonso Galdeano “Tato” (hoy sacerdote). Desde allí sentíamos estar alineados con el lado bueno de la historia.
Creo ahora sin embargo que estaba quizás en lo cierto cuando SNCHZ, ictérico, nos reza lo contrario.