GUINNESS CULTURAL
EL GUINNESS CULTURAL
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© Fernando Garrido, 19, X. 2025
No entiendo lo de ponerse una camiseta un sábado a las ocho de la tarde para salir en manada a darse un garbeo con dorsal y deportivas. No lo entiendo, pero han sido ocho mil burgaleses los participantes en la Lux Mundi, evento híbrido que colapsó el centro histórico. Se trataba de recorrer cinco kilómetros, trotando o caminando entre monumentos, iluminación especial y actuaciones musicales. El propósito: “mostrar Burgos como una ciudad abierta capaz de aunar deporte y cultura”.
Sí, la melodía está bien, pero sigo sin entender las abarrotadas manifestaciones populares que se antojan como un extraño batiburrillo para la exaltación colectiva de orgullo ciudadano, en este caso entorno a su patrimonio, formalmente expresado como una especie de procesión pagana, a fin de afianzar e influir en la designación de capital europea 2031 de la cultura. Un “formato único”, según la organización, para hacer visible el compromiso institucional y ciudadano con la candidatura de Burgos.

Bien, pero no sé… Lo cierto es que la recaudación también ha sido un éxito: alrededor de 150.000 euros. Aportación previa de los inscritos para recibir dorsal, bolsa, camiseta y, lo que sí considero de veras importante, una “pulsera turística” para acceder gratis a la Catedral, el Museo del Retablo o las iglesias de San Gil y San Nicolás. Esto, mañana se verá…
Aunque opino que esa pulsera no debiera de llamarse turística, pues es una manera de bajar el escalafón, en tiempos donde esa categoría esta ciertamente denostada, más aun tratándose de población residente. En cambio, algo así como “llave cultural”, sería desde luego más sugerente y adecuado si la pretensión es acercar al ciudadano a ese patrimonio que se sabe, está ahí y se pasa por delante, pero pocos visitan.

Por eso, sobren quizás parafernalias multitudinarias un sábado a las ocho de la tarde, restringiendo el centro de ciudad, con cortes, vallas y precintos que cierran y limitan el libre discurrir de los demás, cuando lo accesorio, lo cuantitativo se pretende mostrar como fuerza o valor que cotiza sobre lo cualitativo. Sin embargo, la cultura es esto último, cualidad, singularidad, excelencia, no numérico propósito. Si no se entiende esto, sinceramente, siempre será más fácil obtener un reconocimiento Guinness que optar a capitalidad cultural. Así, todo quedará pitagóricamente reducido a cifrar los mayores templos de cartón o el más caudaloso rio de uniformadas camisetas, cuya corriente, embarullada, pasa y no para en remanso, no aprehende ni encuentra la llave maestra del cofre de lo valioso, arcano y esencial.











