TOREANDO Y SIN COMIENDO

F. Garrido • 13 de octubre de 2025

TOREANDO Y SIN COMIENDO


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© Fernando Garrido, 13, X, 2025


No pudo ser mejor momento, artístico y no menos sorprendente. José Antonio Morante de la Puebla se despedía ayer, de repente, el gran día de la fiesta nacional, faenón y Puerta Grande, en el ruedo más grande, el de Madrid. Se retiraba sin aguardar a un mañana porque tal vez allá no exista más que decir, ni torear cuando se han hecho todas las faenas que se habían de hacer, cuando se han desvitolado los más puros aromas y desorejado a los que tenían sus pabellones prestos a ser separados del cuerpo por quien supiese entender al que las portaba allí, junto al arranque del astifino par.

Pero en Madrid tampoco pudo ser peor, menos torero ni más cobarde lo sucedido después del desfile de la Hispanidad, donde las gentes de bien tienen por costumbre expresar su desprecio a un presidente al que ya sólo le regalan los oídos la clac de ganapanes que amamanta con ubre ajena, y que ante el peligro escapa como un can párvulo asustado de su propia sombra.

SÁNCHEZ no esperó ni a los canapés para salir de naja como un hámster de una fiesta de coca colas en el cuarto de los nenes.

Pedro putisaunas, el mismo que se autoproclamaba ante los mortales como “capitán necesario”, a cuyo lado todos los lodos son contingencias, marchaba a atusar su traje egipcio de faraón fanfarrón, para atribuirse las mieles de paz en Gaza, acompañado de ese Albarez, gorrilla minestrín, con maneras de presbítero gustándose en pulpito parroquial, que nos recitará sobreactuado las alabanzas a su señor: el del “gobierno más limpio y trasparente” sin el cual el Mundo no se entendería jamás. Pero se entendió a pesar de él, de sus gamberras palestinadas y la flotilla pacotilla a recibir tortura de cosquilla.

Ayer 12 de octubre en las Ventas, un artista, un maestro, un torero con verdad, Morante, triunfó, se cortaba la coleta porque era el momento, y a hombros salía ovacionado por la muchedumbre. Y SÁNCHEZ, un maletilla de bolera, un impostor de tienta, sin más cabo ni rabo que cortar entre piernas, salía zumbando Bailén abajo, como un berrendo abanto antes que le dieran las terribles cinco de la tarde, y sin comiendo.


Por F. Garrido 12 de octubre de 2025
© Fernando Garrido, 12, X, 2025 Hacer el aborto no es lo mismo que practicarlo. Lo uno es cómico, lo otro es trágico. Tampoco es igual tener un aborto que serlo. Pero aún el asunto da para diferenciar entre, abortar una operación o que alguien (hoy por hoy sólo féminas) se haga operar para que le extraigan un aborto de las propias entrañas. La serie metafórica discursiva podría continuar hasta encontrar sorprendentes parecidos entre el actual gobierno español, con su presidente de nalgas, y la mayor operación abortiva del presente siglo sufrida por la Nación Española respecto a su pacto de convivencia y la Constitución del 78. A más a más, para muchos el aborto, sea cual sea, es un crimen, mientras que otros lo consideran y reclaman como un derecho inalienable. En ambos casos, siempre será un drama y un fracaso ético de una sociedad aplicar graciosos indultos y amnistías revisionistas a los bandidos y, por otra parte, una condena gratuita de solución final, sin vuelta atrás, a una vida en ciernes a la que se priva de obtener siquiera el primer derecho fundamental.
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© Fernando Garrido, 2025 21 de septiembre Querida, como casi cualquier otro domingo, rastro de bagatelas empecinadas. Más libros viejos a cambio de una brusca moneda. No busco. Me busca. Lo veo. Lo miro. Lo agarro. Me fijo. Apenas lo ojeo. Bien. Tengo la moneda. Lo pago. Marcho a cualquier otra parte donde no quieran vernos. Tomamos asiento en la babia urgente. El librito y yo. Lo acomodo entre mis manos. Lo hago mío. Lo contemplo. Verde, estampado, por fuera. Vegetales y un rostro de niño, fantasmal. Colección Índice, ficción. Rústica de bolsillo. Editorial Sudamericana S. A., Buenos Aires. 72 hojas de papel. Amarillento. Tinta desvaída. Amarronada. Su olor es el acostumbrado. Petricor seco de viejo baúl abandonado en desván. Hecho el depósito 11.725, que previene la ley.
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