HACERSE UN AUGUSTO

F. Garrido • 27 de abril de 2024

HACERSE UN AUGUSTO



© FERNANDO GARRIDO, XXVII - IV -  MMXXIV

 

Qué se le va a hacer…, la historia se recicla y cada época tiene su degenerado aquel. Esta desde luego lo peta.

Por eso brevemente quisiera, sin ánimo ni posibilidad de ser exhaustivo, hacer memoria de lo sucedido hace poco más de dos mil años.

Se trata de un episodio singular que llevó definitivamente a Roma a finiquitar su antiguo sistema republicano por un principado unipersonal, digamos que, absolutista.

El protagonista es Cayo Octaviano Turino, sobrino-nieto e inopinado heredero de Julio César, que a partir de su asesinato en los idus marcianos del año 44 a.C., hubo de arrostrar y mantener su condición de cónsul y triunviro a lo largo de dos décadas de intrigas, conflictos políticos y guerras internas en las que, con inteligencia, astucia y resistencia, supo sobrevivir a sus “amigos”, adversarios y aliados, obteniendo finalmente un poder superior y más duradero del que ostentara como dictador, César, su mentor.

Pero aquello no era suficiente, el senado aún mantenía la legitimidad de cuño republicano en las cuestiones morales y de estado, que chocaba con su ambición. Por ello, Octaviano, en un momento insólitamente crucial para la historia de Roma, renunciando a todo, devolvió al Senado los poderes otorgados, ya de por sí sabrosos.

La maniobra estaba calculada, pues él no deseaba abandonar ni perderlos, sino al contrario, aumentarlos.


Ante la sorprendente decisión, sus cobardes señorías se asustaron, al igual que la inmensa clientela que Octaviano había procurado acrecentar y amamantar a lo largo de su cursus honorum.

Todos temieron perder su posición... ante lo cual se apresuraron en proclamar a Octaviano prínceps plenipotenciario, lo que vino a ser la creación del primero de los emperadores romanos bajo título de "augusto", inaugurando la larga lista de la Era Imperial con el nombre de Cayo Julio César Octaviano Augusto.



Seguro que tras leer estas líneas ya se pueden hacer idea de que lo sucedido entonces puede trasladarse -en clave chusquera- a la actualidad a fin de iluminar acontecimientos muy recientes.

También es casi seguro que SNCHZ no sepa nada de esta historia, ni de economía, ni siquiera reconozca que el plagio o la mentira es, cuando menos, algo indigno y reprobable. Pero sabemos que él no es olmo ni peral. Por eso tiene a su servicio un millar de asesores y estrategas que le sirven cuentos, regates y triquiñuelas para alcanzar su desmedida ambición de poder y suplir su falta de conocimiento y lecturas que, en cambio, sí adornaban a aquel Octaviano Augusto, igual que a cualquier individuo (sine qua non) de la clase ecuestre y senatorial en la antigua Roma.



SNCHZ se ha sacado del percho acartonado el amor romántico que profesa, en este caso, por alguien que no es él -y ya es difícil-, o sea, por su medrosa y pusilánime mujer, para poner sentimentalismo de telenovela en el centro y cúspide de todo conflicto político.

SNCHZ como Octaviano, pero en plan cantoso, rosa y sensiblero, ha montado un infecto melodrama victimista, en que el salvaje animal político se reviste con las babas de melifluo enamorado para tapar su inmenso lodazal de corrupción, y al tiempo suturar “su culo roto” cerrando filas en torno a sí, al precio de partir aún más la convivencia social en dos bloques: buenos y malos.



SNCHZ pretende obtener con lástima lo que con falsedades nunca le dieron ni darán las urnas. Quiere legitimar lo que no le permite la Constitución ni toleran los jueces independientes. Ansía acallar lo que destapan los medios desafectos y criminalizar a la oposición en la labor que la es propia. Promueve un apartheid o pogromo contra la ciudadanía que, víctima de su inmoralidad e insensatez, no lo aplaude, ni vota, ni soporta.

Sus huestes clientelares, que hacen de él su agosto (del lat. augusto), estos días se están ocupando de salvar al “amado líder” con cachiporra de inusitada rabia, argumentos muy violentos y discursos guerra civilistas.



Pero, ojo, “hacerse un Augusto” implica primero dimitir para luego volver. Aquí aún nadie lo ha hecho.

Por tanto, aviso, si el lunes se hace efectivo el amago, nada impide que el "agosto" no cese y siga su curso diabólico, no hacia la augusta Roma, sino más bien, degenerando, rumbo a la lumpen Venezuela.


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